Mito Chibcha (Origen del sol y la luna)
En un principio todo era obscuridad; una interminable noche sin luna y sin estrellas
cubría la tierra en forma total y sólo dos personas la habitaban: el cacique de Iraca
y el cacique de Ramiriquí.
Como eran familiares y amigos, resolvieron un buen día terminar de una vez con
la soledad reinante; se reunieron, intercambiaron ideas y concluyeron que debían
llenar la tierra de seres humanos.
En efecto, hicieron figuras de barro teniendo como modelo el uno al otro; y luego
construyeron otras más hermosas con juncos y bambú; un soplo les dio vida; las
primeras se transformaron en hombres y las segundas en mujeres; por parejas
tomaron diferentes caminos.
Pero todos siguieron viviendo en la oscuridad.
Con el correr del tiempo el cacique de Iraca empezó a sentirse triste en medio de
las tinieblas y resolvió pedir al cacique de Ramiriquí que fuera a las alturas a pedir
luz.
Como el uno y el otro se servían mutuamente, sin reparos de ninguna naturaleza
el cacique se lanzó al espacio y subiendo, subiendo llegó a una de las partes más
altas; allí, sin pensarlo y de un momento al otro, se convirtió en el más refulgente
de los astros: el sol.
Instantáneamente la luz llegó a la tierra y ante los ojos humanos apareció toda la
hermosura que nos rodea; las matas florecieron agradecidas y hubo muchos
frutos; los pájaros cantaron alegres y volaron satisfechos; el paisaje no cesó de
mostrarse esplendoroso y… luz, apareció por todas partes. 2
Empero, el cacique de Iraca se le veía todavía insatisfecho: no estaba contento
cuando llegaba la tarde y sabía que a continuación vendría un período de
oscuridad; tal como antes ocurría; era la noche y esto lo acongojaba; resolvió
entonces ir a buscar la luz oara este lapso y, siguiendo el mismo camino por
donde había partido el cacique de Ramiriquí, recorrió distancias en forma
vertiginosa; de repente, alto, muy alto, pero menos de donde su amigo había
llegado, se convirtió en otro objeto luminoso, aunque de menor intensidad que el
sol: era la luna.
Así se disiparon las tinieblas en la tierra: un sol arrogante y esplendoroso para el
día y una luna delicada y tenue para la noche
